@AndresErCheca Paso lo que se esperaba. Tanto el congreso de Vistalegre 2 de Podemos, como las consecuencias del mismo, han sido predecibles. Tras el pulso entre errejonistas y pablistas y el desafío que Errejón y sus seguidores hicieron al líder y al proyecto de Pablo Iglesias, llegó la dura realidad de las primarias, votaron los inscritos y ganó el oficialismo pablista. El proyecto de Pablo Iglesias y su equipo fue ratificado y el errejonismo cayó. Por ahora. Seguirá latente, a la espera de su momento. Todos sabemos que tendrá su momento en un futuro. Quizá si alguna vez Podemos llega a gobernar. Porque todos sabemos que una vez en el poder, y, sino que se lo digan a Alexis Tsipras “el griego”, las cosas se ven menos apasionadas y toca obedecer. Por ahora Podemos ha decidido no convertirse en un partido servil, al menos mientras siga en la oposición y giren en torno a él todas las izquierdas que no quieren al PSOE ni en pintura, o si acaso, al PSOE de Rubalcaba, González y Susana Díaz.
“El Podemos más radical y extremista gana las primarias de Podemos”; La extrema izquierda gana el poder en Podemos” … con estos titulares “tan honestos, objetivos y nada sesgados” resumía la prensa de derechas el congreso del partido morado. La realidad es que Podemos es el nuevo partido aglutinador de la izquierda y eso al stablishment no le gusta. Necesita desestabilizar lo nuevo o controlarlo, como con los partidos dinásticos o con Ciudadanos. Al no poder, no le queda otra que usar sus medios para desprestigiar todo movimiento o partido que desafíe las normas que ellos imponen para que el orden desigual mediante el que ellos sobreviven y en el que nos parasitan, continúe.
La realidad es que la izquierda neo-comunista y neo-socialdemócrata se ha refundado en Podemos. Los ciudadanos progresistas tendremos que elegir si continuar apoyando a partidos que ya no representan los intereses de la mayoría de la población, los partidos tradicionales que hasta ahora han conformado el sistema parlamentario, o apoyamos a los nuevos partidos de izquierdas o derechas que se abren paso. Si apoyamos al populismo de derechas ya sabemos lo que nos espera con los Trumps o los Lepenes. Si apoyamos a los partidos tradicionales también sabemos lo que nos espera. Si apoyamos a los nuevos partidos populistas de izquierdas podemos hacernos una idea del futuro que nos espera si nos atenemos al gobierno de grandes ciudades como Madrid y Barcelona. A mí me parece que merece la pena apostar por una visión radicalmente democrática de la democracia. No hay porque tener miedo a lo nuevo si el nuevo populismo progresista nos beneficia a la mayoría.
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