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18/7/16

80 Aniversario del golpe de estado de Franco

   Se cumplen 80 años del penúltimo golpe de estado fascista contra la democracia española (el último hasta la fecha fue el de Tejero en 1981), una sublevación fallida contra el régimen democrático de la Segunda República Española que provocó la guerra civil (1936-1939) y la proclamación de una sangrienta dictadura fascista nacionalcatólicista, vigente en el país hasta la muerte del dictador Francisco Franco en 1975. Este documental que enlazo más abajo, explica muy bien los orígenes de la tragedia. La Guerra Civil Española (The Spanish Civil War) es una serie documental británica producida por John Blake, David Hart y David Kemp para Granada Television, y emitido por Channel 4 en 1983. En España, la serie fue emitido por la primera cadena de Televisión Española en el verano de 1988. El episodio primero , que es el que enlazo, se cuenta que con la proclamación de la Segunda República, el 14 de abril de 1931, se abría en España un período democrático cuyos principios quedaban recogidos en la nueva Constitución republicana. Contando con un amplio apoyo popular, la República afrontó un ambicioso programa de reformas (el ejército, la educación, el campo, las autonomías) que encontró fuertes resistencias entre los militares, la Iglesia y la oligarquía. La victoria electoral del Frente Popular en febrero de 1936 dio inicio a un período de radicalización política y agitación social. En este clima se produjo, el 18 de julio de 1936, el levantamiento militar que los sublevados llamarían después Alzamiento Nacional. Empezaba la Guerra Civil Española.


   En las elecciones generales del 16 de febrero de 1936 se manifestó la polarización de la vida política, que comenzó con la fracasada Revolución de 1934 y la consiguiente represión. La izquierda se presentó unida en una coalición denominada Frente Popular que abarcaba desde la Unión Republicana de Diego Martínez Barrio hasta el PCE, pasando por el PSOE, ERC y la IR de Manuel Azaña. Enfrente la mayor parte de los partidos de derecha se agruparon en el Frente Nacional Contrarrevolucionario (CEDA, Renovación Española, Comunión Tradicionalista Carlista, Lliga Catalana, etc.), del cual, sin embargo, no formaron parte ni la Falange ni el PNV. El Frente Popular se hizo con la mayoría absoluta de los escaños, si bien los partidos de derechas protestaron contra la atribución de algunas actas de diputado a candidatos de izquierda. 

    
   A partir de ese momento se desató una oleada reivindicativa con numerosas huelgas y algunos incendios y destrucciones. Pronto entraron en acción grupos paramilitares falangistas a los que se enfrentaron los grupos organizados por la izquierda obrera. Entre febrero y julio de 1936, antes de iniciarse el golpe de Estado, hubo un total de 189 incidentes y 262 muertos, de ellos 112 causados por la intervención de las fuerzas de orden público. De las 262 víctimas, 148 serían militantes de la izquierda, 50 de la derecha, 19 de las fuerzas de orden público y 45 sin identificar. Sin embargo, la desestabilización política real en la primavera de 1936 no explica en modo alguno la sublevación militar y menos aún la justifica. La política y la sociedad españolas mostraban signos inequívocos de crisis, lo cual no significa necesariamente que la única salida fuera una guerra civil. Los sublevados llevaron a cabo su acción pretendiendo justificarla diciendo que se alzaban contra una revolución absolutamente inexistente en la época en que actúan, inventan documentos falsos que compuso Tomás Borrás y que hablaban de un gobierno soviético que se preparaba, y de hecho lo que representaban era la defensa de las posiciones de las viejas clases dominantes, la lucha contra las reformas sociales, más o menos profundas, que el Frente Popular pone de nuevo en marcha.

   El 10 de agosto de 1932 tuvo lugar el primer intento de golpe de Estado contra la República, liderado por el general Sanjurjo y llamado por ello "La Sanjurjada". Fracasó y Sanjurjo fue capturado. En 1934 el rey Alfonso XIII, que estaba exiliado en Italia, pidió apoyo a Mussolini para "un eventual golpe de Estado que se produjera en España para (...) restaurar la Monarquía" y consiguió que el gobierno fascista italiano se comprometiese a aportar 1.500.000 pesetas, 200 ametralladoras, fusiles y granadas de mano. Firmaron el acuerdo por parte española el general Barrera y representantes de los partidos Renovación Española (monárquico) y Comunión Tradicionalista (carlista). La conspiración militar para desencadenar un “golpe de fuerza” (como lo llamaban los conjurados) que derribara al gobierno se puso en marcha nada más formarse el gobierno de Azaña el 19 de febrero de 1936, apoyándose inicialmente en las tramas golpistas que se habían rehecho tras el fracaso de la insurrección militar de agosto de 1932 encabezada por el general Sanjurjo. 

   El 8 de marzo tuvo lugar en Madrid, en casa de un amigo de Gil Robles, una reunión de varios generales (Emilio Mola, Luis Orgaz Yoldi, Villegas, Joaquín Fanjul, Francisco Franco, Ángel Rodríguez del Barrio, Miguel García de la Herrán, Manuel González Carrasco, Andrés Saliquet y Miguel Ponte, junto con el coronel José Enrique Varela y el teniente coronel Valentín Galarza, como hombre de la UME), en la que acordaron organizar un “alzamiento militar” que derribara al gobierno del Frente Popular recién constituido y “restableciera el orden en el interior y el prestigio internacional de España”. El problema de los militares implicados era que, a diferencia del golpe de estado que hubo en 1923, y que constituyó la dictadura de Primo de Rivera, ahora no contaban con la totalidad del Ejército, ni de la Guardia Civil ni las otras fuerzas de seguridad para respaldarlo. Las divisiones que se habían manifestado en el seno del propio ejército desde la Dictadura... durante la República habían alcanzado un singular grado de virulencia con la creación de uniones militares enfrentadas por la cuestión del régimen político [la UME, Unión Militar Española, monárquica; y la republicana Unión Militar Republicana Antifascista, UMRA, con una influencia mucho más reducida]. Tampoco podían contar como en 1923 con la connivencia del jefe del Estado (el rey Alfonso XIII entonces, y el Presidente de la República Manuel Azaña ahora). Una tercera diferencia respecto de 1923 era que la actitud de las organizaciones obreras y campesinas no sería de pasividad ante el golpe militar, como en 1923, sino que como habían anunciado desencadenarían una revolución. Por estas razones se fue retrasando una y otra vez la fecha del golpe militar, y por eso, además, el general Mola, "el Director", buscó el apoyo de las milicias de los partidos antirepublicanos (requetés y falangistas) y el respaldo financiero de los partidos de la derecha.

   A principios de julio de 1936 la preparación del golpe militar estaba casi terminada, aunque el general Mola reconocía que "el entusiasmo por la causa no ha llegado todavía al grado de exaltación necesario". Con la fecha del pronunciamiento fijada para los días 10 al 20 de julio, en la tarde del domingo 12 de julio fue asesinado en una calle céntrica de Madrid por pistoleros de extrema derecha, carlistas para algunos historiadores, falangistas para otros, el teniente de la Guardia de Asalto José Castillo. Castillo era conocido por haberse negado a intervenir contra los manifestantes de la Revolución de 1934. Además era miembro de la UMRA e instructor de las milicias de la juventud socialista. El 16 de abril de 1936, durante unos disturbios en Madrid, uno de sus hombres había matado a Andrés Sáenz de Heredia, primo de José Antonio Primo de Rivera y el propio Castillo había herido a un manifestante carlista. Castillo era el número dos en una lista negra de oficiales de izquierdas supuestamente confeccionada por la UME y cuyo número uno, el capitán Carlos Faraudo, ya había sido asesinado.


   La madrugada 13 de julio, salieron varios grupos de guardias de asalto con listas de falangistas y miembros de la extrema derecha a los que detener. Un grupo de guardias de asalto, dirigidos por un capitán de la Guardia Civil, Fernando Condés, salió para detener a un falangista, pero al llegar al lugar se dieron cuenta de que la dirección era falsa. Sin saber muy bien qué hacer, alguien propuso ir a casa del líder de Renovación Española, Antonio Goicoechea, pero éste no se encontraba en su casa. Lo intentaron otra vez con José María Gil-Robles pero, al no encontrar a ninguno de ellos (ya que se encontraban fuera de Madrid), fueron a casa de José Calvo Sotelo, el jefe parlamentario de los monárquicos "alfonsinos" de Renovación Española. Le pidieron que les acompañara a la Dirección General de Seguridad, cosa a la que Calvo Sotelo inicialmente se negó pero tras ver la documentación de Condés (que lo acreditaba como oficial Guardia Civil) aceptó ir con ellos. En mitad del trayecto, Luis Cuenca Estevas, un paisano que iba en la camioneta, descerrajó dos tiros a Calvo Sotelo. Sin que este desenlace estuviera previsto, los integrantes de la camioneta abandonaron el cadáver en el depósito del cementerio de la Almudena. En el entierro de Calvo Sotelo el dirigente monárquico Antonio Goicoechea juró solemnemente “consagrar nuestra vida a esta triple labor: imitar tu ejemplo, vengar tu muerte y salvar a España, que todo es uno y lo mismo”. Por su parte el líder de la CEDA, José María Gil Robles en las Cortes les dijo a los diputados de la izquierda que “la sangre del señor Calvo Sotelo está sobre vosotros” y acusó al gobierno de tener la “responsabilidad moral” del crimen por “patrocinar la violencia”.


   El asesinato de Calvo Sotelo aceleró el compromiso con la sublevación de los carlistas y también de la CEDA, y acabó de convencer a los militares que tenían dudas. Además, Mola decidió aprovechar la conmoción que había causado en el país el doble crimen, y el día 14 adelantó la fecha de la sublevación que quedó fijada para los días 18 y 19 de julio de 1936. Realmente el 17 de julio, comenzó la sublevación en Marruecos y las islas Canarias (17 al 18 de julio). La sublevación en la España peninsular y las Baleares (del 18 al 21 de julio). No existe un acuerdo total entre los historiadores para fijar la fecha final de la sublevación y el inicio de la guerra propiamente dicha. Algunos coinciden en señalar el lunes 20 de julio de 1936, otros en cambio apuntan al día siguiente, martes 21 de julio, porque ese día todavía se combatía en algunos lugares, como Toledo, Almería, Granada, San Sebastián o Ferrol. Pero lo cierto fue que como consecuencia del éxito de la sublevación en unos sitios y del fracaso en otros España quedó dividida en dos zonas: una controlada por los militares que se habían alzado contra la República (la zona sublevada) y otra que permaneció fiel al gobierno (la zona republicana). Fue el comienzo de la larga guerra civil española.

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