Imagen del Nazareno posterior a la guerra civil |
El
autor de las actuales imágenes es el imaginero Víctor de los Ríos,
realizadas en
1960, restauradas 30 años después por José Ajenjo Vega y la última por
Alfonso Ruiz y Mónica Aragón de Úbeda. Son de talla completa en madera
de cedro y representa el momento en que Jesús camina hacia el calvario
con la cruz a cuestas, ayudado por Simón de Cirene. Al igual que la
imagen de San Juan Evangelista. El autor de la imagen de la Virgen del
Mayor Dolor es de Juan Martínez Cerrillo, adquirida por la cofradía al
finalizar la guerra civil. Fue restaurada en 1987, en Sevilla, por
Francisco Berlanga Ávila. Hace años volvió a sufrir una nueva
restauración por el imaginero cordobés Juan Antonio Bernal, actuando en
cara y manos. La imagen del Nazareno adquirida tras la guerra civil, es
del mismo escultor y fue donada a la Cofradía del Nazareno de la pedanía
próxima a Linares de la Estación Linares-Baeza.
Recopilemos:
las imágenes de los titulares se perderían en la guerra civil española,
encargándose las nuevas al cordobés Martínez Cerrillo; la imagen de
Jesús mantuvo gran similitud con la anterior, y como características
principales mantenía el sistema de articulación que permitía la
Ceremonia de la Bendición, así como el pelo natural. En los años
siguientes se le realizarían diversas intervenciones para suavizar la
expresión del rostro y sustituir los brazos.
Así llegamos a finales de los años 50, en donde la cofradía se
planteaba reemplazar rostro y brazos, al mismo tiempo que Víctor de los
Ríos era homenajeado por la Agrupación de Cofradías; corría el año 1.959
cuando se le hizo la petición formal. Pero Víctor de los Ríos era
amante de los grandes grupos escultóricos (como los que había realizado
para las cofradías de la Santa Cena y el Descendimiento) y de las tallas
enteras para procesionar sin vestir (como las del Santo Entierro o
Resucitado). Sintiéndose en deuda con Linares (en cuya Semana Santa se
recoge la mejor muestra artística del escultor), y consciente de que el
Nazareno es la cofradía de mayor calado en la ciudad, se comprometió a
regalar la imagen de Jesús acompañado por un Cirineo, al tiempo que la
cofradía pagaría la de un San Juan.
En
1960 llegaría la nueva imagen a Linares, con el más puro estilo del
escultor que la había diferenciado en dos aspectos fundamentales: la
expresión del rostro como no había hecho en ninguna de sus obras previas
(se decía que había estudiado los rasgos de los ojos del Escriba
Sentado del Louvre), y la mano derecha con los dedos dispuestos en plena
bendición (sin precedentes en las tallas de imaginería). El dinamismo y
movilidad lo buscó, no a partir de las relaciones entre las tallas del
grupo, sino en el contraste entre la la lucha y esfuerzo del hombre con
la carga de la cruz en la parte izquierda de la talla, frente a la mano
derecha que iba bendiciendo al pueblo de Linares conforme avanzaba por
sus calles. Así interpretó la Bendición.
El carácter fuerte del escultor, de sobra conocido (por ejemplo, él
mismo quitó con un buril y un martillo un adorno del trono que Francoso
había hecho para la Santa Cena porque tapaba parcialmente el pie de un
apóstol), provocó bastantes tensiones durante los trabajos, y culminó en
ruptura cuando se enteró que se le había colocado a la imagen un
mecanismo para impartir la Bendición, y que permitía al brazo subir y
bajar, así como moverse lateralmente. El asunto se relajó a finales de
los 80, cuando abrió en Linares un pequeño taller en la calle del Pilar;
hoy no queda ningún recuerdo, ni de este taller, ni de los míticos en
la calles Ríos Rosas o Vitrubio de Madrid. El tiempo consiguió
decepcionar a Victor de los Ríos con las cofradías
de la ciudad cuando en una transición hacia una Semana Santa en Linares
hacia un estilo "mas sevillano o andaluz" y menos castellano, se
cargaron y destrozaron todos sus conjuntos escultóricos para aligerar
los pasos que a partir de ahora serían llevados por costaleros y no con
ruedas. El tiempo y las sucesivas restauraciones de sus imágenes
remataría el desastre y ampliaría el desapego, justificado, del
imaginero con la ciudad. Por mi parte, y muy humíldemente, quiero
agradecer a este artista mi amor por el arte (no solo religioso) que sus
obras me han inspirado y ofrecerle mi reconocimiento y agradecimiento
por su obra.
(Continuará)...
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