Quiero desde este blog, reproducir un artículo del periodista y escritor extremeño José María Pagador, publicado en El Periódico Extremadura el 4 de octubre del 2012. Me parece que está muy bien escrito y deja muy claro lo que muchos pensamos sobre esa disonancia cognitiva que pienso que significa ser humilde y apoyar a los que no se acuerdan de ti o te explotan. Hablamos del obrero (trabajador por cuenta ajena) de derechas, ese extraño especimen que en épocas oscuras como ésta, en vez de evolucionar hacia la izquierda, acaba evolucionando hacia la ultra-derecha mafiosa: vease el caso de Grecia y el apoyo que parte de la clase obrera presta a partidos nazis como Amanecer Dorado. Reproduzco el artículo justo a continuación.
Lo que yo digo
Obrero y de derechas
JOSÉ MARÍA PAGADOR
Suele decirse que ser obrero y de
derechas, más que un simple oxímoron -palabra que en estos atribulados
tiempos se ha puesto muy de moda y con razón- es el paradigma de las
contradicciones. La izquierda nació precisamente para proteger a los
obreros de los abusos del capital, es decir, de la derecha. Conquistas
históricas como la jornada laboral regulada, el descanso semanal, las
vacaciones anuales, la protección de los menores frente a la explotación
laboral, los subsidios de desempleo y de enfermedad, la jubilación
remunerada, la seguridad social, la educación universal y gratuita, y
tantos otros logros solidarios, son conquistas de la izquierda. El
Estado del Bienestar -que no es más que la aplicación a las naciones del
principio de igualdad por el que el conjunto de la sociedad, incluidos
los más pobres, tiene derecho a recibir todas las prestaciones básicas
sin tener que pagar por ellas- es un triunfo de la socialdemocracia que,
después de casi un siglo de su implantación en el norte de Europa,
sigue funcionando muy bien allí y haciendo que esos países -Noruega,
Suecia, Dinamarca o Finlandia- sean los más avanzados y de mayor
bienestar del mundo. Por eso no se entiende que los obreros voten a la
derecha, que lo que pretende, precisamente, es quitarles esos beneficios
sociales.
En España la cruda realidad de las mentiras del PP, de su desastrosa
gestión de la crisis, de su neofranquismo y de su política represiva, ha
abierto los ojos a los obreros que votaron a la derecha. Uno de ellos
es Alberto Casillas, el camarero que defendió a los manifestantes que se
refugiaron en su bar huyendo de las desaforadas cargas policiales del
25-S. Ahora la policía le imputa por su actuación, que no puede
calificarse más que de ejemplar desde todos los puntos de vista.
Naturalmente, el señor Casillas, que es un sencillo trabajador pero no
es tonto, se ha dado automáticamente de baja como militante del PP y ha
jurado que jamás volverá a votar a ese partido. Ha tenido que sufrir la
injusticia en sus propias carnes para abrir los ojos. Lo mismo les está
ocurriendo en estos momentos a muchos obreros votantes del PP, que han
visto cómo "su" partido les ha quitado sus derechos, les ha recortado en
todo lo que son conquistas sociales, les ha dejado sin ayudas básicas
y, encima, les cobra por todo lo que antes era gratuito, y les cobra más
por todo lo que antes no lo era. Ahora, los obreros ya saben a qué
atenerse.
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